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El planteo ético y la política

Lo que primero conviene aclarar es que, si bien la ética se vincula con la dimensión de los valores de la persona y por ende es una dimensión del individuo, es apreciable que también pueda comprenderse en relación a ciertos comportamientos colectivos e institucionales, justamente porque se ha comprendido que la ética debería ser un “imperativo apriorístico”, recordando a Kant, que guíe nuestras conductas, especialmente cuando estamos obligados a considerar los efectos que tenemos sobre nuestra comunidad desde los lugares en que nos desempeñamos. Empresarios, políticos, docentes, entre otros, tenemos gran responsabilidad. La “institucionalidad”, en sí misma, requiere de un planteo ético. Los gobernantes, los dirigentes se deben a un planteo ético desde sus funciones. Pero parece que en muchos casos, hay un gran divorcio entre la proclama y la realidad, entre el anuncio de las promesas como vana retórica y la falta de cumplimiento de los hechos. Si los términos que utilizamos no son correctamente aplicados y se manosean, las palabras pierden su peso específico. Ética, moral, juicio, honor o verdad, se miniaturizan ante la falta de respeto a sus hondos significados. Por ejemplo, podría haber crecimiento económico sin ética? Desde el punto de vista del funcionamiento estructural de la economía, se puede pensar que sí, sin embargo se tratará de un crecimiento económico sin desarrollo humano ya que esto último se refiere a las personas y consecuentemente a la sociedad. Si sólo nos dedicamos al crecimiento de la economía, sólo obtendremos “cantidad” en vez de “cantidad y calidad”. La política como disciplina social, debe trazar el camino adecuado.

Toda acción debe estar basada en un principio moral y ético, que justifique sensatamente lo que se hace. El Estado debe velar por la existencia humana y la construcción de la política, no puede estar exenta de la ética. El Estado debe promover y crear las condiciones socioeconómicas para que estos valores sean principios inmutables. Parece que el tan vapuleado “bien común”, no siempre es apreciado en toda su dimensión.

Si la economía está enriquecida desde la ética, se crecerá mucho mejor; precisamente en el campo de la economía, hay voces autorizadas que destacan esta importante relación entre la ética y la economía como Joseph Stiglitz y Bernardo Kliksberg, entre otros. El mismísimo Adam Smith ya sostenía que un mercado eficiente se basa en valores éticos.

Por nuestra parte recordamos a Edgar Morin quien sostuvo que “la agenda ética pendiente es estar como en un Titanic” refiriéndose a que “la técnica, la ciencia, la economía y sus beneficios, no están controlados desde, justamente, la ética y la política”. Morin plantea que el desarrollo humano no debe estar subordinado al desarrollo económico, sino que debería invertirse la relación en el sentido de que es el desarrollo económico el que debe estar subordinado al desarrollo humano.

El problema fundamental del desarrollo humano es un problema multidimensional y sucede que el individualismo, centrado en un excesivo egocentrismo, hizo perder el sentido de la solidaridad. Cierta desequilibrada preferencia por el confort, el consumo materialista, la técnica por la técnica misma, ha hecho mella en las cualidades humanas que se dejaron de lado. El “costado negro” del progreso, es un deterioro en el desarrollo de cualidades morales, psíquicas y hasta mentales de gran parte de la sociedad. Y de esto, la política es responsable por no dar el marco ni las condiciones de calidad de vida. Grandeza económica sin responsabilidad ni ética es también pobreza porque la calidad de vida se va deteriorando. Algo curioso sucedió, por ejemplo, con la Argentina de los primeros años del siglo XX, luego de un espectacular crecimiento, con grandes índices de desarrollo que llevó al país a los primeros lugares de la comunidad internacional, se desplomó ocurriendo un raro caso de “des-desarrollo”, es decir, de involución por no aplicar un neologismo como “retro-volución”.

La ciencia o la tecnología deshumanizada producen insensibilidad social y el planteo ético, tuvo una etapa fundacional con la creación de leyes y el reconocimiento a los derechos de los trabajadores, de las mujeres, de los niños, de la ciencia o la igualdad de género por citar algunos eventos, desde hace cincuenta años aproximadamente y se incorporó a las nomenclaturas de muchos países del mundo. Hoy el mandato es que desarrollemos una economía que debe contemplar los derechos más vulnerados de una gran mayoría de la población excluida. Y de esto la política es responsable. De esto trata, también, la ética política.

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